Cazorla

Municipio situado al este de la provincia, centro del Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas, el mayor espacio protegido de España.

La población, pintoresca y de gran interés turí­stico se asienta a la sombra de la Peña de los Halcones, con la sierra a sus espaldas y un inmenso mar de olivos de frente; ofreciendo una panorámica espectacular e impresionante. Sobre el conjunto se levanta el Castillo de la Yedra, que domina la urdimbre urbana de calles estrechas con sus viviendas tradicionales, casas señoriales y monumentos, entre los que destacan el Castillo de las Cinco Esquinas, el Ayuntamiento, la Plaza de Santa Marí­a, la Iglesia de S. Francisco, la de S. José y la Casa de las Siete Fuentes.

En el entorno de estas tierras, va a tener lugar la presencia del hombre desde un momento temprano, a pesar de las duras condiciones geográficas y físicas del lugar donde se encuentra. Quizás de un momento avanzado del Neolítico provengan los restos líticos encontrados en enclaves como el Chorro, caracterizados por hojas de sílex y piezas dentículas.

En numerosas cuevas de la zona se han encontrado abundantes restos de cerámicas e, incluso, pinturas rupestres de tipo esquemático-levantino, como en la Cueva del Encajero o Cueva de la Monja, situada a unos 6 kms. de Quesada.

En dicho abrigo pétreo destacan las figuras de un cérvido de color rojo carmín. Esta figura es de tipología levantina, de estilo naturalista. También se han encontrado dos pequeñas figuras humanas esquemáticas y diversos útiles líticos, como hachas pulimentadas, raederas, trozos de silex, brazaletes de arqueros … Igualmente se pueden observar grabados de círculos concéntricos o espirales en la roca, posiblemente simbologías mágicas o rituales.Hasta el día de hoy, se han encontrado 18 cuevas datadas entre los 4.000-3.000 a. de C., con diversos materiales prehistóricos de mayor o menor relevancia.Ante el importante valor de estas manifestaciones artísticas en la Península Ibérica, conocidas con el nombre de “arte rupestre levantino”, la UNESCO ha declarado recientemente al conjunto interprovincial de Jaén, Granada y Almería como PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD, incluyendo en tan destacado reconocimiento artístico-cultural gran número de cuevas de este Parque Natural: cuevas y abrigos con pinturas rupestres en Quesada, Segura de la Sierra, Santiago de la Espada, además de otras del Parque Natural de Despeñaperros, también en la provincia de Jaén.

Pero será durante el Cobre final (2.000 a. de C.) cuando cerca de Cazorla, en las terrazas más antiguas del río Cerezuelo, próximas a la Cuesta de la Pioja y la confluencia con el río Cañamares, se establecen los primeros poblados estables. Así, cerca de aquí, en un cerro conocido como La Loma del Bellotón, se ubica un pequeño poblado de la cultura del Bronce (1.500 a. de C.).

Ya en el último milenio antes de nuestra era, la cultura ibérica se desarrolla ampliamente por la provincia de Jaén, como demuestra la importancia de los yacimientos ibéricos que se investigan en toda la provincia. Esta cultura está abundantemente representada, en la comarca, sobre todo por la presencia de dos necrópolis o tumbas de cámara monumental en las vecinas aldeas de Toya y Hornos de Peal (Peal de Becerro), que son unos elementos únicos dentro del mundo ibérico.

Entre Cazorla y Santo Tomé tenemos el poblado de la Plaza de Armas del río Cañamares o el cerro de Cabeza del Rey, todo dentro de una cronología del siglo V-III a. de C. A estos restos deberemos añadir uno de los asentamientos ibéricos más importantes de la comarca, Los Castellones de Ceal, ubicado junto al arroyo de Ceal, cerca de Hinojares y datado en el siglo VI a. Cristo. Esta aldea ibérica tuvo que tener una gran importancia como demuestra la significativa riqueza de los hallazgos obtenidos: abundantes cerámicas atenienses de barniz negro y figuras pintadas en rojo y, sobre todo, numerosas armas.

Durante la romanización de la Bética, los romanos se asentaron en esta región, conocida como “Saltus Tugiensis”, nombraron sus sierras como “Mons Argentarius”, por la riquezas de plata y sal que encontraron aquí.

Abundante cantidad de “Villae” de carácter agrícola se van a desarrollar en esta época junto a las fértiles tierras de la campiña, quizá la más conocida sea la de Bruñel (Quesada) donde destacan unos vistosos mosaicos con figuras humanas y naturalistas. Otros restos romanos se han encontrados en Nubla, en la vega del río Cerezuelo o en la aldea de Los Almansas (Chilluévar)…

La presencia romana es, por tanto, muy amplia en la comarca, e, incluso, se han encontrado algunos restos dentro del mismo casco urbano de Cazorla.
Será a partir de la ocupación islámica y en un momento tardío de la misma, cuando en la Comarca de la Sierra de Cazorla aparezcan numerosos embriones poblacionales, sobre todo, tras la presencia almohade y el inicio de los reinos de Taifas más importantes, nos referimos a los del reino nazarí de Granada. Los restos arqueológicos encontrados en la zona vieja de Cazorla o en los castillos de la Yedra o de las Cinco Esquinas, así parecen documentarlo.

Con la ubicación de la frontera entre el mundo cristiano y el mundo musulmán en la línea del Guadalquivir, la Cazorla medieval y las localidades vecinas, se van a fortificar, y van a ser durante bastantes años lugar de pugna para acceder al interior de Granada, y a su reconquista.

Fernando III, «el Santo», en virtud de un privilegio rodado, que firmó en Salamanca en 1231, donó, a perpetuidad, a Santa María de Toledo y en la persona del arzobispo primado D. Rodrigo Ximénez de Rada y de sus sucesores los territorios que, una vez conquistados, vendrían a constituir el llamado Adelantamiento de Cazorla.
Su jurisdicción sobre estas tierras duró hasta 1811, cuando las Cortes de Cádiz abolieron todos los señoríos. Durante la guerra de independencia, los vecinos de esta Comarca se distinguieron por su patriotismo, luchando heroicamente contra el invasor. Como premio a tan altos servicios, las Cortes Generales de Cádiz, concedieron, el día 1 de abril de 1813 a la Villa de Cazorla, el título de Ciudad, con la distinción de «Muy Noble y Leal». Más tarde Alfonso XII recompensó la fidelidad de Cazorla a la Corona, cuando las guerras carlistas, otorgando a su Ayuntamiento la categoría de Excelentísimo.
Tanto Cazorla como otros municipios que hoy son parte integrante del Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas, fueron, durante la Edad Media y Moderna, villas y aldeas dependientes de la Sede Primada de Toledo, con la creación de una institución feudal conocida como Adelantamiento de Cazorla. Por su parte, otra gran porción del territorio del Parque Natural, los territorios que comprenden la Sierra de Segura, pertenecieron durante esta época a otra encomienda real, en este caso, a la Orden Militar de Santiago. Por lo tanto fueron los Adelantados de Cazorla y los Maestres de Santiago quienes gobernaron y rigieron los destinos de estas serranías, en nombre del Rey, durante largos y difíciles años.

El Señorío de Cazorla fue durante la Edad Media un enclave fronterizo de gran importancia. Testimonio de ello es la tupida red de castillos y fortalezas que delimitaron el Adelantamiento creado en 1231, con la donación de la villa de Quesada y sus aldeas por Fernando III el Santo al prelado de Toledo. Este arzobispo, don Rodrigo Ximénez de Rada, participó en las expediciones llevadas a cabo contra el Islam, en colaboración con la Santa Sede, que les otorgó una bula en 1233, en la que le autorizaba conceder beneficios de cruzada a todos aquellos que interviniesen en la lucha frente a los musulmanes.

El arzobispo de Toledo sería quien, a partir de este momento, nombraría el cargo de Adelantado e iniciaría la conquista de territorio, a la vez que establecía las bases para su repoblación. El cargo de capitán general le imponía la obligación de velar por la seguridad de los pueblos y aldeas, además de las de impartir justicia y recaudar los impuestos.

Estos prelados desarrollaron una intensa labor gubernativa en el Adelantamiento de Cazorla a lo largo de los siglos bajo medievales. Fruto de ello fueron la creación de nuevas villas y la reestructuración del territorio.
Una vez finalizada la conquista, con la renuncia de Baza y la incorporación de Iznatoraf (1252), el Adelantamiento adquirió su configuración territorial definitiva. El Infante Sancho de Castilla (1250-1261) reorganizó la administración y otorgó a cada una de las villas (Cazorla, Quesada e Iznatoraf) aldeas y términos municipales propios.

Las causas que motivaron la concesión de villazgos fueron diferentes en cada ocasión, pero todas estaban directamente relacionadas con los acontecimientos políticos del reino de Castilla, la aparición de nuevos centros económicos y los avatares de las fronteras, provocando pequeñas migraciones de la población en lo que se considera centro geográfico del Adelantamiento.